miércoles, 10 de noviembre de 2010

Donde hubo, siempre habrá.


Como lo bueno se acaba, ya estoy otra vez en tierras catalanas. Visita fugaz a A Coruña, para respirar un poco de aire del norte galleguiño, suerte que tuve de ir antes del temporal que se ha llevado medio paseo marítimo por el que días antes paseaba bajo una pequeña lluvia que envolvía la ciudad. Es un lugar de recuerdos, aunque solo he estado allí una vez más, cuando tenía 10 años creo y recuerdo que llovía sin parar y no tuvimos más remedio que entrar en una pequeña tienda a comprar un paraguas que nos permitiese ver la ciudad, a mi y a mi familia. Como niña curiosa que era me quedé mirando todo aquel arsenal de paraguas que dónde yo vivía no eran practicamente necesarios. Así que al fi
nal cogí uno que era color naranja chillón, pero de esos grandes de toda la vida, nada de esos plegables que se parten en dos cuando hace viento. Me encantó, naranja, mi color favorito. Pues aún sobrevive conmigo. Es emocionante mirar un objeto que te transmite sensaciones pasadas. Y estar otra vez en A Coruña me hizo recordar esta pequeña historia del mundo de Cleo. Por lo demás fue una escapada fugaz para ver lo bonita que sigue siendo esta ciudad.



Y siguiendo mis vacaciones pues llegué hasta mi querido pueblo alicantino donde pase unos dias con la familia, amigos y gato. Disfruté del sol, la playita, las vistas que me ofrece mi casa. Esos desayunos en la terraza que tanto hecho de menos... tantas cosas que se viven y se sienten solo allí. El olor auténtico a mar, el dejarte caer un jueves por la mañana, cuando no hay nadie, salvo algún pescador perdido, en la playa de "los estudiantes" con el sol dándote en la cara mientras escuchas las olas romper en la orilla, esos momentos en que encuentras la temperatura adecuada, ni frio ni calor, y sientes como el tiempo en ese momento no significada nada. Cada día entiendo más a los extranjeros jubilados que se van a vivir allí, aunque ya se podían quedar en su tierra, o lo madrileños que nos invaden en verano. Pues anda que no he luchado yo cuando fui adolescente contra la invasión madrileña, jaja, que recuerdos aquellos. He vuelto a conducir mi furgoneta, a escuchar música mientras conduces por las calles de toda la vida y sonries al ver que todo sigue igual y al mismo tiempo distinto. Sobre todo el paseo de la playa central y su masiva plantación de palmeras, que mal gusto se tiene a veces con estas cosas. En fin, como se dice, el progreso de los pueblos desde el politiqueo más absoluto, con sus construcciones extrañas y sin motivo alguno.



Pues eso, unas vacaciones de lujo, sin gastar mucho y disfrutando a tope. Ahora de vuelta con nuevos proyectos, con menos gente en el trabajo, más tranquilidad para pensar en mis cositas y en vistas de ponerme los esquies en diciembre, en lo que serían mis terceras y últimas vacaciones del año. Para el próximo año si todo sale bien tengo grandes proyectos vacacionales, el mundo me llama y yo acato órdenes.

A reveure.

5 comentarios:

Bellota dijo...

Tengo una foto igual que esa. Este verano estuve pescando allí...
Me encanta esa villa tuya, espero volver pronto, y verte por allí.

Muuuuack!

Zorba el Buda dijo...

¿En La Coruña lloviendo? que raro ;-).
Los objetos tiene una gran fuerza para evocar vivencias pasadas y sueños. Sueños como el de ver como un paraguas naranja desfila por Los Cantones entre un mar de aburridos tonos.

Un abrazo.

closada dijo...

Estos días de descanso son tan geniales...

Yo, mañana, voy para Alicante. Es a la urbe, pero bueno, me servirá para descansar un poquico.

Besines

begusa dijo...

qué grande es a veces el verbo 'volver'... ; )

dEsoRdeN dijo...

disfrutando a tope, como tiene que ser!! Por cierto, ¿te has fijado si el mundo también decía mi nombre...? XD